Cómo afecta la adicción al sexo a la pareja

El efecto que tiene Internet en nuestra vida diaria es mucho más intenso y profundo del que podríamos imaginar en un primer momento. La red ha penetrado en todos y cada uno de nuestros sectores vitales, desde las relaciones de pareja al trabajo o el ocio, de una manera progresiva pero muy rápida. Tanto que ahora ya nos cuesta horrores vivir sin llevar siempre el móvil encima o revisar las redes sociales cada quince minutos. Nos hemos acostumbrado a la inmediatez, tanto que cuando un paquete tarda más de dos días en llegarnos ya nos ponemos de mal humor. Estamos expuestos a tal cantidad de estímulos diarios que nos resulta imposible canalizar esa información de una forma factible. Por eso, en la era de la conexión, parece que estamos más desconectados que nunca, aislados en nuestra propia experiencia sensorial con Internet. Y el sexo es uno de los estímulos donde más se denota este cambio, según los últimos estudios realizados por prestigiosas universidades. Internet lo ha cambiado todo, y el sexo ha sido uno de los motores de ese cambio, tanto causa como consecuencia de esa transformación tan importante que hemos vivido en este siglo.

Porque nunca antes habíamos tenido un acceso tan grande a la información sexual, aunque en la mayoría de casos, ese acceso se limite al porno. La sexualización de la sociedad se ve claramente en todos los productos culturales, pero se ahonda en la propia experiencia de los jóvenes, que cada vez comienzan antes sus relaciones. De hecho, a edades muy tempranas, esa exposición a la pornografía puede generar problemas muy graves en los jóvenes que todavía no están preparados para asimilar ese contenido. Para un niño de trece o catorce años, el porno es en muchas ocasiones la única vía hacia el conocimiento sexual. Una vía sesgada, totalmente distorsionada, porque al fin y al cabo esto es ficción. Es natural que los jóvenes crezcan con unas ideas muy prejuiciosas en torno al sexo, y esto se pueda derivar en trastornos obsesivos en su adultez. La adicción al sexo es uno de los más habituales, y lejos de ser algo épico, como nos venden en series como Californication o Euphoria, nos puede traer muchos problemas.  

Un pilar básico en cualquier relación

El sexo es uno de los pilares básicos en la vida de cualquier persona adulta. De hecho, es cierto que el carácter social del mismo ha desvirtuado por completo su función biológica. El instinto sexual está grabado a fuego en nuestro cerebro, en nuestro organismo, en busca de la reproducción. Sin embargo, a estas alturas la especie ha llegado a un punto en el que traer descendencia al mundo no es tan importante como disfrutar de la propia sexualidad. El gran cambio en la segunda mitad del siglo XX, con la proliferación de anticonceptivos y la planificación familiar, ha permitido que las nuevas generaciones vean el sexo como algo divertido y excitante. Y lo es, pero también supone un pilar básico en cualquier relación de pareja, ya que es una de las partes importantes en las que se sustenta una relación sana.

Para que cualquier pareja funcione debe haber varios tipos de amor. El amor romántico, el que idealiza y conecta espiritualmente a las personas, se enfrenta también al amor carnal, el que busca la atracción y el deseo por encima de todo. El equilibrio entre esos amores es lo que encamina a una pareja al éxito, de manera que sin uno, esa relación está destinada al fracaso. Da igual si nos queremos por encima de todo y estamos dispuestos a cualquier cosa por permanecer juntos. La atracción y el deseo deben estar presentes, como parte básica de la intimidad de la pareja. Sin embargo, ese deseo también deber ser equilibrado y relativamente justo entre las dos partes. Si una se excede en el deseo carnal y la otra no se ve al mismo nivel, pueden comenzar los roces. Y es que si uno rema demasiado fuerte, esa desigualdad se puede convertir en una gran grieta en la relación.  

Cuando el sexo pasa a ser una obsesión

La adicción al sexo es un trastorno más común de lo que podemos imaginar, aunque como muchos otros, se mantiene fuera del radar por ser considerado un doble tabú. No solo hablamos de un tema que atañe a la salud mental, sino también al sexo, que es otro prejuicio por antonomasia. La sociedad cada vez más sexualizada, especialmente para los hombres, ha hecho que este tipo de adicciones sean más comunes en nuestros días. Lo peor es que muchos de aquellos que la sufren ni siquiera se dan cuenta de que están dentro de esa vorágine. Entienden que tener ganas de sexo es algo natural, totalmente normal, porque es lo que se les ha vendido siempre. Sin embargo, cuando el sexo se convierte en una obsesión que afecta al resto de nuestra vida, todo salta por los aires.

Es habitual sentir deseos sexuales, tanto para el hombre como para la mujer, especialmente en ciertas situaciones. Cuando somos jóvenes, nuestras hormonas hacen que estemos mucho más activos en ese sentido. Sin embargo, en una relación de pareja, el exceso de deseo puede ser tan peligroso como la ausencia del mismo. Y es que si las ganas de sexo acaban por afectar en nuestro trabajo, o incluso en las relaciones con nuestra pareja, esto se puede convertir en un gran problema. Como cualquier otra adicción, la necesidad de sexo nos hará buscar cada vez más y más estímulos, y quedaremos “enganchados” a esa sensación. Si nuestra pareja no logra satisfacernos lo suficiente, podemos incluso buscar otras vías, como amantes alternativas o incluso profesionales del placer. Es muy habitual que las prostitutas tengan que lidiar con adictos al sexo, que acaban con ellas porque es la única manera de saciar sus instintos.  

Cómo combatir esta adicción

Cualquier adicción, por muy grave que sea, tiene solución si la persona que la sufre está dispuesta a realizar cambios en su vida. Lo primero siempre es lo más difícil: reconocer que tenemos un problema. Si nosotros o nuestra pareja sufre de esta adicción debemos intentar buscar ayuda profesional. Es complicado exponernos de esa manera ante completos desconocidos, contándoles nuestras intimidades sexuales mejor guardadas. Pero la terapia suele ser la única forma de conseguir que nuestra mente deje de pensar tanto en el sexo.

Periodos de abstinencia voluntaria también son muy útiles, aunque siempre deben ir acompañados de mucho ejercicio mental para entender la importancia de lo que estamos haciendo. Porque al contrario de lo que ocurre con otras adicciones, como el alcohol o las drogas, una persona adicta al sexo sí que va a necesitar seguir disfrutando de eso que le gusta en el futuro. No estamos hablando de convertir a esa persona en alguien célibe o asexual, sino de enfocar de una manera sana su relación con el deseo sexual. De esta forma, en  muchos casos, la solución es más sencilla, pero también más compleja de conseguir. La terapia de pareja también ayuda en muchas ocasiones a saber ubicar el sexo entre las prioridades naturales de una relación, pero sin excedernos en su importancia.

La entrada Cómo afecta la adicción al sexo a la pareja se publicó primero en Vida Ordinaria.